Los tarahumaras tienen un espíritu democrático, y en ninguno de los actos de su
vida se pone de manifiesto tan elocuentemente como en la elección de su
gobierno tribal. Consta éste de un gobernador o “Siríame”, quien es el
jefe del grupo; un mayor, especie de juez civil; y varios policías, que son los
mandaderos, los que hacen cumplir las disposiciones del gobernador. Son raros
los casos en que ellos no resuelven sus problemas en sus concilios dominicales,
por lo que las autoridades estatales y federales sólo vienen a ser figuras
míticas en la mayoría de las ocasiones.
El Gobernador o Siríame,
frecuentemente el más viejo y experimentado de la comarca, cuya actividad más
importante es ofrecer a la comunidad, generalmente congregada los domingos,
nawésari o sermón en el que se ventilan los problemas de la colectividad. El
Gobernador es auxiliado a veces por un segundo gobernador, un capitán, un
teniente, un fiscal y varios soldados.
Sin embargo, la comunidad en asamblea es la autoridad suprema; ella elige y dispone
a sus autoridades, desde el Siríame que preside las reuniones, dirige el
sermón, conduce las ceremonias religiosas,
concierta partidos deportivos, juzga los delitos cometidos.
Cuenta con un mayor, juez civil, y varios
soldados, resuelven sus problemas en sus propios concilios.
El gobernador también conduce las ceremonias
religiosas, y juzga los delitos cometidos.
La forma de organizacion y autoridades internas de estos pueblos son parte del acervo juridico cultural y ha contribuido a la cohesion y mantenimiento de sus tradiciones socioculturales.
Se podria decir que la organizacion de los tarahumaras, es la mas amplia y solida por la cohesion interna de sus comunidades.
Aunque no existe una estructura de articulacion regular, ante las autoridades en un municipio y menos en una region, ya que todos mantienen una competencia por juridiccion con el conjunto de dependencias municipales, estatales y federales.
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